MITOS Y LEYENDAS


Mitos y Leyendas de Colombia
La tradición oral en Colombia es reconocida por propios y extraños como una de las más ricas y diversas expresiones culturales. De ella se derivan los mitos y leyendas, que abundan en el país, y reflejan la concepción del mundo, del más allá y de la vida.

Muchos afirman que los mitos fueron realidad en un tiempo lejano y que sus historias están ligadas al desarrollo de los distintos pueblos, a su vida cotidiana.
Los mitos pasan de generación en generación, son de dominio de las masas populares y por ello, casi todos los colombianos son capaces de contar, de memoria, una o más historias de los mitos que sus padres o abuelos relataron durante su niñez. Esto se debe a que los mitos y leyendas hacen parte de una tradicional transmitida oralmente durante muchos siglos y cuyos orígenes se pierden en el tiempo, pero cuya vigencia y realidad permanece.

Hay tantos mitos como personas y cada región reclama como propios varias de estas leyendas, tanto así que algunas regiones se refieren a un mismo personaje pero su historia es diferente como La Llorona o La Madremonte. Acá hacemos un recuento de los más famosos, intentando que todas las regiones estén representadas.
El mohan
Vive cerca de grandes ríos como el Magdalena y el Saldaña. Su actividad consiste en seducir y raptar campesinas transformándose en un joven guapo. Casi siempre, la muchacha raptada, aparece en su casa embarazada. El Mohan era curandero, sacerdote y brujo para los pijaos.

La madremonte
Este personaje castiga las malas acciones de los campesinos, sobre todo cuando se trata de pleitos de linderos, secando las fuentes de agua y causando sequías.
En las fiestas de Corpus, especialmente en el Guamo, se representa ataviada con vestidos hechos totalmente de hojas y plantas.

LLANOS ORIENTALES

Bola de Fuego 
Es una de las creencias más populares del llano y podría decirse que no existe un llanero que no haya escuchado hablar de ella.
Algunos habitantes y caminantes que se han tropezado con la bola de fuego tantas veces que ya no le tienen miedo. La bola de fuego es una luz que se desplaza a lo largo de la sabana, dando vueltas como si fuera una rueda. Cuando se ve cerca, fácilmente pueden distinguirse los ojos, la boca y otras partes del cuerpo como si fuera un esqueleto humano.
Dicen que cuando aparece es necesario decirle groserías para que se aleje, de lo contrato se viene encima y quema. Diversas versiones se tejen sobre el origen de la bola de fuego. Unos dicen que se trata de un obispo que por haber pecado anda en pena, otros que fueron dos madres que se pelearon y se lanzaron maldiciones, o el espíritu de una mujer que fue mala hija, o simplemente se trata de espíritus errantes que deambulan en el llano.
 
La Leyenda de la Sayona
La Sayona se muestra como una mujer delgada, muy elegante, alta; dicen que puede medir tres metros, larga cabellera y largas uñas. Acostumbra a presentarse a los hombres enamorados y que le son infieles a su esposa. La gente en común la considera como un símbolo castigador de la mala conducta de deslices amorosos.
Otras versiones cuentan que la intención de ésta ánima en pena es atraer a los hombres con dirección al cementerio, sin dejarse ver la cara.. cuando le ven el rostro es una calavera.
 
La Llorona
Cuenta la historia que una mujer que mató a su hijo porque lloraba mucho; la razón del llanto del niño era una enfermedad que le aquejaba. Cuando la mujer lo mató, su marido le echó una maldición diciendo que sería condenada a andar por el llano con el hijo a cuestas y llorando su destino. La mujer afligida por el pecado cometido y angustiada por la condena, se suicidó. Su alma en pena deambula por todos los rincones del llano.
La presencia de este espanto se detecta por espeluznantes llantos que generalmente se oyen en épocas de Semana Santa, sobre todo donde hay niños llorando. Se ha dicho que muchas personas solían oírla con frecuencia en los caseríos, cementerios y lugares solitarios, siempre en horas de la noche, casi nunca visible a los humanos. El comentario de la gente es que cuando los perros aúllan en la oscuridad de la noche es porque La Llorona anda rodando.
Otras versiones, también del Llano, contadas por balseros del río, dicen que la llorona se la pasa recorriendo las orillas buscando los restos de un hijo que mató hace mucho tiempo. Por su crueldad fue castigada por Dios y condenada a llorar por el resto de su vida hasta encontrar el último hueso de su bebé.
Las abuelas cuentan que a la llorona solamente le falta encontrar un huesito (la falange del dedo meñique de la mano derecha) para que termine su pena.

El Silbador
Se dice que es el espanto de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado, y busca la compañía de alguien que cabalgue a altas horas de la noche por los senderos de la llanura. Otros dicen que persigue a las mujeres en estado de embarazo. Emite un silbido largo y agudo espeluznante y que hace sentir un frío intenso, que congela.

El Duende
Es un espíritu burlón que persigue a las mujeres, especialmente a las muchachas bonitas. Solo se deja ver de las mujeres a quienes persigue y se les presenta en forma de un niño que hace toda clase de muecas, le tira objetos pequeños y le propone amores. A las que acceden, les lleva frutas.
Al duende hay que decirle toda clase de groserías y en esa forma se retirará definitivamente. También se va si se toca música de cuerda porque se dice que así se acuerda de la música celestial.

Las dos hermanas
La leyenda habla de un hombre blanco que enamoró y se casó con dos indígenas hermanas que vivían en una aldea. Las jóvenes tenían varios hermanos que vivían con el resto de la familia en una comunidad ubicada a un día de camino y cada vez que iban a ver a sus hermanas les pedían que fueran a visitar a sus padres. Pero a pesar de la insistencia de ellos y del hombre blanco, las dos hermanas nunca regresaron a su aldea natal, ni siquiera cuando murió el padre. Cuando les dieron la noticia de la muerte pensaron que se trataba de una mentira para convencerlas a ir la otra aldea.
Al cabo de cuatro años los indígenas, según la tradición, fueron a trasladar los restos del padre, un ritual de esta etnia que se realizaba cada vez que un grupo se trasteaba a otra aldea.
Aún así, las hermanas seguían empeñadas en no regresar, pero la familia creía que el motivo era el esposo que no las dejaba. Sin embrago, el hombre blanco asistió a la ceremonia y los hermanos, embriagados con yaraque y chicha decidieron cortarle la cabeza al blanco. Su alma de inmediato se trasladó a la aldea de las mujeres, les contó lo que acababa de pasar y las convirtió en tonina (delfín rosado) y manatí.

Juan Machete
Considerada como una de las leyendas más conocidas del llano, cuenta la vida del hombre que quería ser el más poderoso de la región. Su nombre era Juan Francisco Ortiz, amo y señor de las tierras de la Macarena. Este Señor hizo un pacto con el diablo en el cual le entregó a su mujer e hijos a cambio de mucho dinero, ganado y tierras.
El diablo le dijo a Juan que agarrara un sapo y una gallina a los cuales debía coser los ojos y enterrar vivos un Viernes santo a las doce de la noche en un lugar apartado, luego debía invocarlo con el alma y el corazón. Juan cumplió con lo encomendado. Pasaron varios días y sus negocios prosperaban.
Una madrugada se levantó temprano y al ensillar su caballo divisó un toro negro imponente, con los cuatro cascos y los dos cachos blancos. En la tarde regresó de su trabajo y vio que el toro todavía se encontraba merodeando la casa. Pensó: “será de alguna vecina”.
Al otro día lo despertó un alboroto causado por los animales y se imaginó que la causa era el toro negro. Entonces trató de sacarlo de su territorio, pero no le fue posible. Cansado y preocupado por el extraño incidente se acostó, pero a las doce de la noche fue despertado por un imponente bramido.
Al llegar al potrero se dio cuenta que miles de reces pastaban de un lado a otro y así, su riqueza fue aumentando cada vez más.
Durante muchos años fue el hombre más rico de la región, hasta que un día misteriosamente empezó a desaparecer el ganado y disminuir su fortuna hasta que quedó en la miseria. Se dice que Juan Machete, después de cumplir su pacto con el diablo, arrepentido, enterró la plata que le quedaba y desapareció en las entrañas de la selva.
Cuenta la leyenda que en las tierras de la marranera deambula un hombre vomitando fuego e impidiendo que se desentierre el dinero de Juan Machete.
AMAZONAS
 
Mitos de la creación
La explicación del origen del pueblo de los Ticunas, llamados “Pieles negras” por sus vecinos debido a que así pintaban sus cuerpos en las ceremonias dedicadas a sus dioses o sus protectores de clan. Cuenta que Yuche, quien vivía desde siempre en el mundo, en compañía de las perdices, los paujiles, los monos y los grillos, había visto envejecer la tierra.
Un día Yuche fue a bañarse al arroyo como de costumbre. Al lavarse la cara se inclinó hacia adelante mirándose en el espejo del agua; por primera vez notó que había envejecido. Al verse viejo se entristeció profundamente y emprendió el regreso a su choza. El susurro de la selva y el canto de las aves lo embriagaban de infinita melancolía.
 Por el camino sintió un dolor en la rodilla como si le hubiera picado un animal. Siguió caminando con dificultad y al llegar a la choza se recostó quedándose dormido. Tuvo un largo sueño; soñó que entre más soñaba más se envejecía y más débil se ponía y que de su cuerpo agónico se proyectaban otros seres. Despertó muy tarde al día siguiente y quiso levantarse pero el dolor se lo impidió.
 Entonces se miró la rodilla y notó que la tenía hinchada y transparente. Le pareció que algo en su interior se movía; al acercar más los ojos vio con sorpresa, allá en el fondo, dos seres minúsculos que trabajaban y se puso a observarlos.
Las figuras eran de un hombre y una mujer, el hombre templaba un arco y la mujer tejía un chinchorro. Yuche les preguntó: “¿Quienes son ustedes? ¿Cómo llegaron ahí?” Los seres levantaron la cabeza, lo miraron pero no dijeron nada, siguieron trabajando. Al no obtener respuesta hizo un máximo esfuerzo para ponerse de pié, pero cayo en tierra.
Al golpearse la rodilla contra el suelo, salieron de allí los dos pequeños seres que empezaron a crecer mientras él moría.
Los primeros Ticunas se quedaron un tiempo allí, donde tuvieron muchos hijos y más tarde se marcharon porque querían conocer más tierras. Muchos Ticunas han buscado ese lugar pero ninguno lo ha encontrado.

El cotomachaco o coto
Se dice que es una boa con dos cabezas. Por la cabeza de arriba caza los animales de los árboles y por la de abajo caza animales de tierra. De eso vive y aunque es un solo animal se alimenta de las dos formas. Se dice que vive en Perú, en la selva, en Canaguchal, cerca de una laguna. Nadie va a este sitio donde se dice que vive este animal que es muy peligroso.

El Chuyachaque
El duende es el Chuyachaque que le silba a los niños en el monte, los atrae, los roba. Tiene los pies uno chiquito y otro grande, dicen que la cara mira hacia el frente y los pies hacia atrás.

PUTUMAYO

Leyenda del Churumbelo
A doce horas de camino de herradura, hacia el occidente de la loma que separa las cuencas de lo ríos Afán y Caquetá, existe un salto que avienta las aguas a un precipicio por todos desconocido. Se dice que en la parte más alta del caudal habitó una tribu de la familia de los ingas y dejó inscripciones en las rocas y vestigios de su civilización.
Un tesoro oculto llama la atención y llena de prestigio la leyenda del Churumbelo, diciéndose que en el fondo impenetrable, alguno vio un muñeco de oro macizo, del tamaño de un niño.
Varias personas se han acercado en tiempos de verano al torrente y han visto en las concavidades de las rocas amarillear el oro, que es imposible de recoger, porque allí ocurren fuertes y huracanadas tempestades. Además, quienes llegan hasta allí hablan también del Churumbelo un espíritu, el del rayo o el del huracán, el dios de la montaña o un uattì malévolo, que equivocan los pasos de los aventureros, tuercen los caminos, y les hacen crispar los nervios hasta caer desfallecidos.
Hacia el sur del Churumbelo en las mismas faldas donde cae el río Afán, está la famosa chorrera encantada, que es un torrente que se precipita a un hoyo profundo de la roca, la cual se divisa desde muy cerca de Mocoa, situándose en la carretera Mocoa-Pitalito.
Ponchayaco es el nombre del río que forma esta bella cascada y desde sus cabeceras, en donde hay una mina de cristal de cuarzo, rodó un pedazo de tierra que tenía 30 gramos de oro.
 
La Fueteadora
El indio semidesnudo se retorcía en su hamaca, presentaba grandes hematomas en las piernas y en la espalda. Colgada de un palo que servía de cerca se hallaba una larguísima, delgada y horrible víbora.
Tres días permaneció postrado el enfermo al cabo de los cuales se levantó apoyado en un bastón haciendo esfuerzo sobrehumano para caminar. Al cabo de 15 días el aborigen no presentaba en su cuerpo rastros de la paliza recibida por parte de la serpiente, pero la secuela continuaba, nadie podía caminar junto a él ya que su andar se volvió bastante rápido, casi corría como huyendo de la sombra de algún fantasma y todo a causa de la fueteadora.
La fueteadora es una serpiente propia de las selvas de Putumayo, que no muerde pero a cambio de ella menea a las personas y con su cola les da una tremenda paliza hasta hacerla verter sangre; posteriormente se desenreda y se pierde entre la maleza. En lugar del veneno mortal de otras serpientes, deja a las víctimas una secuela para siempre: se duplica la velocidad normal de su caminar.
BOYACÁ

Furatena, Reina del País de los Muzos
El dios Are creó a Fura y Tena, padres de la humanidad. Are se detuvo a las orillas del sagrado río Carare y de un puñado de tierra formó los ídolos: Fura, mujer y Tena, hombre, que luego arrojó a la corriente, donde tomaron aliento y vida; fueron los primeros seres del linaje humano. Are les señaló los límites de sus dominios, los secretos de la agricultura, la alfarería y estrategias militares, y también les dio normas de salud y de vida, y les inculcó la libertad sin limite alguno.
Zarbi, hombre de ojos azules y barba rubia, apareció por el occidente, en busca de una flor privilegiada y milagrosa, cuyo perfume aliviaba todos los dolores y sus esencias curaban todas las enfermedades; recorría las montañas, cruzaba los ríos, trepaba los árboles y esperaba la aurora en los más altos picachos, para escrutar en vano por todas partes la planta que ostentaba tan codiciada flor. Después de vagar muchos días, convencido de la inutilidad de su empeño, acudió a Fura en la esperanza de obtener su apoyo para descubrir la flor. Fura, bella y seductora, lo acompañó a la montaña. Pronto el sentimiento de Fura se transformo en amor y en infidelidad. Informado Tena, el esposo burlado, se suicidó y junto con Fura se convirtieron en dos peñascos, separados por el río Zarbi o minero. Las lágrimas de Fura, la esposa infiel, se transformaron en esmeraldas, que se esconden en las cordilleras, y en hermosas mariposas. Itoco, el hijo de Fura y Tena, también se convirtió en un peñasco esmeraldifero, el más rico de todos.

El Pozo de Donato
Se dice que es un pozo sin fondo en el que los indígenas lanzaron todo su oro a la llegada de los que buscaban el tesoro de El Dorado. Los españoles encontraron el sobrino del Zaque Michúa, el señor Quimuinchatoca fuertemente protegido.
El Zaque mostrábase impasible ante las insistentes preguntas, lo que apresuraba la contrariedad de los extranjeros, quienes cada minuto se rodeaban más, confiados en sus espada y soldados que montaban guardia en diferentes sitios. Mientras dentro del poblado con la complicidad de la noche, fardos y petacas eran pasados de mano en mano y arrojados al pozo, que según la leyenda precolombina, se formo con parte de la chicha que salió de olla en aquella discusión entre Faravita y Noncetá.
La fábula referente al riquísimo pozo fue tomando fuerza, despertando la codicia de un señor Donato, de origen europeo, quien recurrió tanto a maquinaria como a trabajadores para el desagüe del laguito, sin hallar el tesoro; trabajos estériles en el piso de este nacimiento de agua. Ahí continua el pozo con sus misterios, su sonrisa de monalisa y sus esbeltos juncales. “Cayó el pozo al de Donato” se dice en Tunja cuando algún valor es dado en calidad de préstamo, pero sin obtener su devolución. Se dice también que desde el fondo, si es que lo tiene, parte un inmenso lingote, que pasa por los predios de la universidad, se dirige por la rotonda con su figura de piedra recordatoria de Aquiminzaque y su amada Uliam, sube por el sector de Maldonado y el puente de San Francisco, ensanchase en la Plaza de Bolívar y termina en la catedral de San Santiago”.

El perro de San Francisco

Se trata del espanto del perro de piedra que existía en el antiguo convento de San Francisco, el cual pasó posteriormente al batallón Bolívar. Este perro era de gran tamaño y se presentaba sentado, mirando hacia el muro oriental. Dentro de los habitantes de Tunja había la creencia de que a altas horas de la noche el animal aullaba, arrastraba cadenas, lanzaba ladridos terribles, que junto con sus ojos de fuego aterrorizaba a la gente que se desplazaba a esas horas por el lugar.
 
ANTIOQUIA Y EJE CAFETERO

El Mohán

Antes de trasladarse a vivir a su palacio subterráneo, el Mohán fue un hechicero que convocó tormentas y eclipses. Conocía los secretos de las almas, curaba enfermedades y todos temían sus ojos de azabache cuando atraía la lluvia y las cosechas o se transformaba en jaguar que recorría las landas de los ríos para ahuyentar los malos espíritus.

Él supo en una noche premonitoria de la llegada de los españoles. Vio también la humillación y los despojos de la Conquista. Por eso, tal vez queriendo perpetuar la memoria de los antepasados, se marchó con todos los tesoros a la entraña de los ríos. Allí permanece, taciturno y remoto entre las piedras, lejos del tiempo, mientras le crecen los cabellos y las uñas y sus ojos desploman la noche.

El Mohán ama la música, toca la guitarra en las noches de luna llena y algunos campesinos lo han visto aterrorizados descender en balsa mientras ensaya una canción desconocida.

Embaucador, pajarero pintado de negro y con dientes de oro, el Mohán es un laberinto que puede cambiar de apariencia, aprovechar las brisas de los ríos para la serenata, y el vagabundeo por los mercados de los pueblos en donde compra tabaco y aguardiente y conquista a las muchachas.

Brujo del agua, el Mohán sin embargo ejerce una feroz tutela de los ríos. Regula las crecientes y complica las atarrayas de los pescadores y en algunas ocasiones su celo llega a ser perverso: voltea las canoas y sumerge a las víctimas en el fondo de las aguas. Los viejos pescadores y barequeros saben todo aquello, por eso le temen. Llevan en las mochilas tabaco y están pendientes de cualquier señal de indignación de las olas. Saben que el regreso, que su destino, depende del Mohán.

La Madremonte

Toda vestida de hojas y de líquenes, vive en la profundidad de los bosques. La cabellera, víctima de soles y lunas, le oculta el rostro. Ese es su enigma: podemos escuchar el grito de fiera entre los árboles, ver la silueta que se pierde en la espesura, pero nadie ha visto nunca su rostro cubierto de musgo y sombra.

La Madremonte ama las grandes piedras de los ríos, construye sus aposentos en los nacimientos de las quebradas, se distrae con el silbido de las mirlas y los azulejos. Algunos han creído escucharla cuando imita el canto de los grillos en las tardes de verano y cuando persigue las luciérnagas en las noches sin luna.

Como vigilante de las selvas, la Madremonte cuida que no desaparezca la lluvia y el viento, orienta los periodos de celo de los animales del monte, grita de dolor cuando cae alguna criatura de su dominio. Por eso, odia a los leñadores y persigue a los cazadores: a todos aquellos que violan los recintos secretos de las montañas.

Cuando la Madremonte está poseída de furia, se transforma: los ojos despiden candela y con las manos de puro hueso, se agita de rabia entre los matorrales. Se desencadenan entonces, los vientos y las tormentas. Los ríos y las quebradas traen inundaciones, arrasan las cosechas y el ganado. Todo parece como si se anunciara el estremecimiento de la tierra y los astros.

La Patasola

Enemiga de los hombres, acosada por una culpa antigua, poseída del horror de su propia apariencia, jamás se detiene en su vértigo de odio y espanto. Allí va con los ojos tortuosos y lejanos y el cabello enredado de lianas. Dando saltos con la pata de oso desaparece de la espesura.

Compañera de los tigres y las arañas, trasnochada por la pena de un amor desorbitado, la Patasola odia el agua, los cielos azules y la salida del sol. Su reino pertenece a los crepúsculos y a las noches tenebrosas de los montes. Aunque algunas veces, cuando olvida el dolor, canta o espera la aparición de la luna sobre el copo de los árboles.

Tiene el poder de la metamorfosis: cambia de mujer horrible, de dientes felinos y ojos abultados a muchacha bella, insinuante como un espejismo entre los árboles. Así atrae a los hombres y a los caminantes desprevenidos. Así los devora totalmente en la selva.

La Madre de Agua

Es un ser anfibio que prefiere vivir la mayor parte del tiempo bajo el agua. Allí como una ninfa acuática, apoyada en un bastón de coral, desteje la red de su amargura. Con la mirada perdida busca a su joven amante indio, al hijo que fuera arrojado a la corriente por el abuelo español que nunca aprobó su amor por el aborigen.

Madre del río, pequeña sonámbula de los silenciosos arrecifes, además de su inclinación por la transparencia, las nubes y los pájaros, la Madre de Agua desea a los niños. Con sonidos de caracol, con mensajes de mariposa de cristal, con ramos de flores blancas que alumbran en recámaras de sílice, los atrae hasta el borde del río. Aquellos que han visto los visajes del rostro en los espejos del agua, enferman y sin poder olvidar corren al abismo en busca de los cabellos de oro y del espejismo de la cantora de ojos azules.

El Hojarasquín del Monte

Se alimenta de flores y de bayas doradas de los bosques. Tiene tronco de guayacán con cabeza de hombre cubierta de chamizos y salvajina, se ocupa de cuidar el bosque y los animales selváticos. Atento al chillido de las golondrinas en los farallones del río, sabe cuando se acerca el depredador de la flora y cuando debe auxiliar al sabanero, anhelante víctima de los perros del cazador. Amante de los vuelos, el Hojarasquín algunas veces se cansa de ser árbol y entonces disputa con los loros, intenta saltar con los venados en las tardes de sol.

Los campesinos saben de estos movimientos por la algarabía de los arrendajos y pájaros tijeras, por la inmensa batahola de los samanes con el viento. Amo de las hojas y el rumor de las aves en las montañas, el Hojarasquín muere cuando hay talas o destrucción de los montes. En forma de tronco seco, permanece oculto hasta cuando resurge la floresta.

La Llorona

Entre los cafetales y los yarumos, en las noches de luna llena, se escucha el grito de la Llorona. De rostro cadavérico, cubierta de harapos pringados por la lluvia y el sol, la Llorona alguna vez fue una mujer hermosa de ojos audaces que enloquecía a los hombres de los pueblos. Ahora, desprovista de esplendor, deambula sin sosiego por las veredas, atormentada por la culpa del crimen y los delirios de una madre que cree llevar entre los brazos a un niño imposible.

Jamás cesa en su canto fúnebre; aunque, intente olvidarlo, atraída por el silencio de las cañadas, por el tejido invisible de las mariposas en el aire de los ríos. Algunas noches, incluso lo intenta, rodando las ventanas de las aldeas. Allí se detiene, perdida en el dolor y la sombra, mientras escucha las guitarras, las voces que con aroma de aguardiente y tabaco ahuyentan el alba.

Tiene cualidad de espejismo. Algunos, la han contemplado con el lamento infanticida, bella como antes del maleficio. Otros, con el rostro de calavera, los ojos ardientes, el pelo alborotado y el quejido que sacude la montaña. Cualquiera que sea la aparición, nadie desea ver a la Llorona. Basta con reconocer el olor, el grito desesperado, para saber que algo terrible se esconde en la maleza.

La Candileja

Mártir de la violencia, la Candileja es el espectro de una mujer asesinada en el Valle de las Tristezas. Dicen que fue quemada viva con los hijos dentro de su casa. Desde entonces, convertida en fuego frecuenta los lugares en ruinas, las crecientes de los ríos y los caminos solitarios. Aparece en el alba cuando aún el gallo no ha cantado y como un meteoro se estrella con los cercos, se agita en el copo de los árboles o se echa a rodar por los pastos.
La Candileja, sin embargo, espanta a los caballos y los jinetes que se aventuran en la noche. Inicia las quemas de los bosques: Grandes incendios, grandes sequías, precipita su presencia de llama en los tiempos en que se aviva su dolor. Por eso los hombres le temen. Saben que ni los rezos ni las bendiciones ahuyentan su furia.

La Muelona

Antes de convertirse en endriago, la Muelona fue una mujer esbelta que animaba pendencias y garitos. Sabía leer la suerte, gozaba con las peleas de los gallos y sobre todo enloquecía a los hombres con su voz nocturna y risa salvaje.

Ahora, celestina de los bosques, vaga por entre los ríos, acecha sigilosa por entre los pantanos, las encrucijadas y los árboles de tronco podrido. Bella como antes del hechizo, con la risa fastuosa y la voz de contralto, atrae de nuevo a los hombres. En noches sin estrellas, en crepúsculos estremecidos por la lluvia, los llama con insinuaciones de abismo. Entre los susurros y las adormideras, allí los devora con los dientes de bestia y la mandíbula feroz.

El Sombrerón

Su leyenda es tan antigua, que algunos lo consideran el espanto más viejo del departamento de Antioquia, en el noroeste de Colombia.

Es un hombre corpulento, que se hace acompañar de dos perros negros, agarrados por gruesas cadenas, y que monta una mula, también negra. Unos dicen que el sombrero lo cubre entero; otros, que no tanto: que bajos sus alas se puede ver que tiene una calavera por cabeza.

Poco habla la leyenda de su origen o sus motivos. Lo que se "sabe" es que sus intenciones son menos macabras que la fama que lo precede. Lo suyo es poner a correr a sus "víctimas". El Sombrerón es un asustador profesional.

Fue famoso en Medellín en 1837 cuando recorría todas sus calles vestido de ruana negra, sombrero grande y montado en una mula negra. Perseguía a los borrachos y trasnochadores diciéndoles: "si te alcanzo te pongo este sombrero". Aparecía los viernes de cuaresma y cabalgaba con un par de perros encadenados. El Sombrerón fue el espanto propio de Medellín.

El cura sin cabeza

 Dicen que se trata del alma en pena de un sacerdote que mataron porque no se dejó robar la custodia llena de hostias consagradas y que luego apareció con una sotana tan blanca que resplandecía. Muy mentado desde la época colonial, la mayoría de cronistas se referían a un cura o fraile que se aparecía a la medianoche y en el amanecer. En Medellín afirman que es el Padre Serna, fundador del convento de los Franciscanos.

El Espanto de la Calle del Miadero

Se trata de una sombra larga que hacía señas con manos y cabeza en ademán de llamar y llevaba la cara cubierta con una máscara blanca en la cual se distinguían, pintados de negro, ojo, nariz y dientes en forma de calavera, que asustaba a las personas que pasaban por esta calle. Este espanto desapareció una vez que lo descubrieron… Era una mujer celosa que seguía a su marido para saber sus andanzas.


COSTA ATLÁNTICA
 
La leyenda de la Mojana

La Mojana es una mujer diminuta, de cabellos dorados, tan largos que le llegan a hasta los pies volteados. Vive en una casa de piedra construida debajo del agua, donde cría diversos animales domésticos y donde se baña con una totuma de oro. Antes se le veía con frecuencia por el cerro de Juanché, donde era muy fácil percibir sus huellas después de los aguaceros.

Rapta a los niños que se van a bañar en sus dominios y los lleva a su morada subacuática. Para evitar la acción de la Mojana sobre los niños, es necesario amarrarles un cordón especial, tanto en el cuello como en la cintura.

Leyenda provinciana de Francisco el Hombre

De Tomarrazón, un puebo de La Guajira Media, salió “Francisco el Hombre”. Con su acordeón se internó por las trochas polvorientas de los contrabandistas y recorrió los caminos de herradura. De pueblo en pueblo, con sus pies cuarteados, iba seduciendo mujeres, tomando ron y contando las noticias recientes.

Una noche en el ir y venir de su cantar vagabundo, se encontró cara a cara con el diablo y sin más alternativa que luchar por su alma, en un duelo de acordeón. El Credo, tocado al revés, decidió la contienda a favor de “Francisco el Hombre”; desde entonces las Piquerías son las formas más emotivas de juzgar quién es el mejor acordeonero.

Origen de la Serranía de la Macuira

Un cacique tenía su choza en la Sierra Nevada de Santa Marta, desde donde miraba los rostros de sus tres hijos que vivían con él. Una noche soñó que ellos se alejaban hacia el norte de La Guajira. Esta concepción lo persiguió una y otra vez hasta que una noche de marzo, angustiado por el sueño, se levantó a ver si sus hijos estaban dormidos y se sorprendió: ellos no estaban en el dormitorio. Alarmado, miró hacia el norte y allí estaban tres importantes picos. Eran sus tres hijos que se habían convertido, formando desde su base, la Serranía de la Macuira.

El Jinete

En noches de luna llena aparece un hombre con los dientes de oro, montado sobre un caballo blanco y siete perros tras él. Se muestra muy amable con las personas que encuentra en su camino, para montarlas y hacerlas desaparecer para siempre. El jinete pasa a media noche sonando los frenos de su caballo, por los caminos donde trafican carros y espera la media noche porque transitan pocas personas.

Los duendes

Son los wayuu pequeñitos que salen en invierno silbando a media noche. Salen entre las espesas vegetaciones. Cuando encuentran personas a su paso, los hacen picadillo y se los comen. No se acercan a las casa de los wayuu porque temen a los perros y a la candela, por eso las wayuu mantienen perros y de noche la leña prendida.

Keralia

Sale a media noche en las partes donde no haya vegetación, como las orillas del mar y las salinas. Se transforma en persona al enamorarse y visita a la joven que le haya encantado. Esta queda embarazada, gracias al poder de la mirada de Keralia. Al dar a luz la joven muere, teniendo en su vientre culebras, sapos y toda clase de animales. De noche sale como si fuese la luz de un reflector. Si se encuentra con un hombre lo hace vomitar sangre y muere de inmediato.

El Mohán (Depresión Momposina y sur de Bolívar)

El Mohán es un ser anciano de larga cabellera, barba larga y abundante, de un aspecto descuidado, muchas veces sale desnudo o tapándose con hojas, algunas veces lo han visto con el cuerpo dividido mitad humano y mitad pez, arrastrándose por la orilla de los ríos, caños y ciénagas.

El nombre Mohán viene del que les daban los Caribes a los sacerdotes. Los campesinos creen que el Mohán es antropófago, pues le gusta la sangre de los niños de pecho. Le gustan las mujeres bellas y jóvenes, a quienes persigue para llevárselas a los ríos.

El Mohán es travieso, andariego, embaucador, brujo y libertino. Le gusta enredar a los pescadores y jugar con las atarrayas, pues aparece como chancero robando las carnadas y los anzuelos de los pescadores, y esto hace que los pescadores no atrapen nada.

Al Mohán le gusta mucho fumar y la sal; entonces, cuando los pescadores salen a pescar, para que el Mohán los deje en paz, le llevan tabacos y sal. Esto se lo colocan sobre las rocas y él permite que ellos puedan pescar en paz.

El Animero

Se cuenta que en noviembre, por las noches salía un hombre vestido de nazareno, con una hoja en cruz en una mano y una lámpara de gas en la otra. Salía todas las noches por todas las calles a rogar y a pedir por las ánimas del purgatorio. En cada esquina, el Animero se arrodillaba y allí hacía su plegaria.

Era seguido por dos largas filas de ánimas en pena que salían para poder descansar y purgar el pecado cometido, si alguna persona los escuchaba tenía que levantarse y rezar 10 Padres Nuestros.

El Nazareno del Otro Mundo  

La leyenda se levanta en Mompox, y se dice que en época de Semana Santa sale una visión que espanta. Está vestido con una túnica, su figura es terrible, su cara no tiene figura, la nariz la tiene ahuecada, es como un despojo de muerto.

Dicen que es un nazareno que incumplió su promesa y por eso Dios lo castigó, y viene del otro mundo en Semana Santa para aparecérseles a los nazarenos que incumplan su promesa, no respeten las prendas vestidas o los rituales religiosos.

Muchos cuentan que lo han visto marchando al sonido de los compases en medio de los nazarenos que cargan el Paso Grande que sacan el Jueves Santo en la Semana Santa de Mompox.

El Pozo de la Noria

Hermosa leyenda en torno a un pozo artesiano construido en Mompox, que cruza casi toda la ciudad. Cuentan que allí se encuentran depositados los tesoros que llevaban varios piratas y filibusteros que remontaban el río Grande de la Magdalena.

Mucha gente dice que oye murmullos y ruidos de cadenas que vienen de las profundidades y también se escuchan voces. El Pozo de la Noria tiene tantas riquezas, que son custodiadas por serpientes de dos cabezas que echan fuego por la boca.

El Caballo Cojo 

En los pueblos del centro y sur de Bolívar cuentan los abuelos que en las noches oscuras oían relinchar y galopar un caballo. El sonido de su galope no tenía comparación y la gente que lo escuchaba se asomaba para ver tan fantástico ejemplar, pero al verlo se quedaban mudos y aterrados al ver que el caballo era negro de ojos rojos penetrantes y sólo tenía tres patas y dejaba en la calle un nauseabundo y penetrante olor a azufre.

El Cristo de la Inspiración

En Cartagena, en la Iglesia de Santo Domingo, hay un Cristo que tiene una historia muy particular. Cuentan que cierto día llegó un señor misterioso a esta iglesia y le comentó al padre que a él lo habían contratado para hacer un Cristo en madera, el padre aceptó y le preguntó qué necesitaba y le contestó que un tronco.

El padre salió a caminar por la playa y encontró un tronco, pero el señor le dijo que el tronco era muy pequeño. Entonces el padre lo volvió a tirar al mar. Al día siguiente, el padre salió nuevamente a la playa y encontró el mismo tronco pero estaba más grande y se lo llevó nuevamente, pero éste lo rechazó porque no tenía el ancho necesario. Nuevamente el padre lo arrojó al mar. Al día siguiente el padre salió a caminar a la playa y encontró el mismo tronco pero era más ancho y lo trajo.

Al presentárselo al señor, le dijo que era perfecto y que comenzaría a trabajar enseguida. Se encerró en una habitación de la cual no salía, la comida se la daban por debajo de la puerta, pero después de cierto tiempo el padre ya no escuchaba ningún ruido en aquel lugar y decidió derribar la puerta; al hacerlo se dio cuenta que había un hermoso Cristo hecho en madera sobre una mesa, pero que aquel personaje misterioso había desaparecido.

El Vaquero del Otro Mundo

En ciertos pueblos cuentan los abuelos que en noches de luna clara escuchaban los estruendos, los bramidos, el ruido que hace un largo viaje de ganado, el cual era guiado por vaqueros que entonaban los cantos y versos de vaquería más hermosos. Pero cuando alguien se asomaba solo veía a lo lejos un solo vaquero muy elegante con sombrero y botas, montado en un hermoso caballo negro, de brillante silla y rienda, con un brillo como el del oro. Pero cuando estaba cerca solo inspiraba miedo y escalofríos al apreciar su rostro negro y sus ojos amarillos y brillantes, riendo a carcajadas, que dejaban ver su dentadura brillante como el oro.

BOGOTÁ

La leyenda de El Dorado

El rey y los sacerdotes le dijeron al pueblo que la laguna era sagrada, y que Zoé la había colocado allí, a la vista de todos, como prueba de su poder. La laguna vino a convertirse en un santuario, al cual hacía peregrinaciones anuales la nación entera.

El rey se acercaba a las aguas, donde le esperaba una balsa hecha de las cañas que crecían alrededor del lago. Sobre la balsa había un montón de dijes, brazaletes, zarcillos, petos e ídolos de oro; había también gran número de esmeraldas, que procedían de unas minas próximas a la tierra de los chibchas, y que éstos adquirían por tráfico o en sus guerras con los pueblos confinantes. El rey subía solo a la balsa y remaba con lentitud aguas adentro. Llegado a la parte central de la laguna, iba arrojando, una a una, las ofrendas de oro y las piedras preciosas, al fondo de las aguas. Entretanto las gentes de la ribera, siempre con las espaldas vueltas a las aguas, arrojaban hacia atrás sus propias ofrendas consistentes también en oro y piedras preciosas.

Cuando todas las ofrendas habían sido arrojadas al lago, el rey se sumergía bajo las aguas, y dejando en ellas el polvo que le cubría el cuerpo, volvía luego a la balsa. El lugar donde se sumergía el rey quedaba señalado por una mancha de amarillo vivo, que hacía brillar las ondas como si fueran de oro fundido.

Entretanto las hogueras ardían gloriosamente; el humo perfumado, como nube de incienso, robaba la luz del sol, y los ecos resonaban ensordecidos por el estruendo de los cánticos, de los cuernos y de las trompetas. Terminada la ceremonia, el rey y los vasallos se entregaban a la alegría, y la bebida nacional, que era un fermento de maíz, corría entonces a torrentes.

La ceremonia tenía lugar una vez por año. Estos sucesos sucedieron siglos antes de que América fuese descubierta, y cuando los europeos aún no sabían nada de su existencia. Cuando los españoles llegaron a América, supieron que el rey de los chibchas se cubría el cuerpo con oro en polvo y se sumergía luego en las aguas de una laguna sagrada, que, además arrojaba allí alhajas de oro y que sus vasallos hacían lo mismo. De allí vino el nombre de El Dorado.

Muchos y muy audaces exploradores partieron en todas direcciones, a través de selvas, por altísimas cadenas de montañas, a lo largo de ríos caudalosos y de valles interminables, abriéndose paso con las armas por entre tribus salvajes y hostiles, en busca de la tierra de El Dorado.

El imperio fue descubierto por un atrevido explorador español. Quedaron vencidos los chibchas y fueron súbditos del rey de España; perdieron sus riquezas y su libertad. El lago Místico fue descubierto; pero bajo sus aguas yacen todavía los tesoros que allí fueron arrojados. Parece que Zoé y Bochica velan sobre ellos; vanos han sido cuantos esfuerzos se han hecho para rescatarlos; el lago Místico guarda fielmente las ofrendas de un pueblo que fue poderoso y cuyos días de gloria se pierden en un pasado remoto.
 
CHOCÓ

El duende

Es uno de los mitos más populares y difundidos en América. Según la creencia, hay dos tipos de duende: uno juguetón y otro malévolo. Por lo regular, el duende es bajito y rechoncho, con aspecto juvenil y usa trajes brillantes o de color vivo para llamar la atención. A menudo protege su rostro con un sombrero de alas grandes de paja. Este tipo de duende vive en el espesor de los bosques, sobre los árboles. Cuando quiere molestar apela a la ociosidad, y esconde el dedal a las amas de casa, el hilo y la aguja; y al jornalero, le oculta el azadón, el machete, el barretón, o la pala. En la cocina esconde el molinillo, la mano de moler, bota el agua de las ollas, sala la sopa. En las habitaciones esconde los zapatos, las medias, la ropa o apaga la luz; destiende la cama y tira las almohadas al suelo. Del duende juguetón se dice que ríe a carcajadas en los cielos rasos y toca flauta recostado contra los troncos de los árboles.

Al duende malévolo le gusta hacer ruidos insólitos que causan terror o espanto; se posesiona de las casas ajenas y las atormenta: tira piedras, verdaderas lluvias de piedra contra sus techos y paredes. Ensucia las comidas, quiebra los platos, bota o dobla las cucharas, persigue a las muchachas adolescentes, las pellizca, les toca las nalgas, las muerde, las empuja y las hace caer. A los niños les chupa la sangre mientras duermen, les pega y les hecha agua en la cara.

Este tipo de duende es peligroso cuando está enamorado y no es correspondido, o cuando tiene rival. Si esto ocurre, le raja la ropa a su pretendiente, la asusta a medida noche, la chuza con alfileres, la hace caer de la cama y la golpea. Al contendor lo asusta cuando va de visita, presentándosele como un sapo enorme o una culebra gigantesca, a mitad del camino. Si la novia le brinda un fresco, se lo derrama en la camisa; si enciende un cigarrillo, le quema la boca; si trata de sentarse le quita el asiento para que se caiga y si está de pie le golpea las rodillas para tumbarlo. En fin, si nada de esto ocurre hace que la novia le lleve la contraria en todo hasta que se termine la relación.

En muchas regiones se cree que el duende es un alma que se fue de este mundo sin ser bautizada.

Las brujas

No hay que creer en brujas, pero que las hay las hay… se dice popularmente. De ellas se afirma que son mujeres hechiceras que tienen pacto con el diablo y que acostumbran viajar emprendiendo vuelos por las noches, a través de sus senos que convierten en alas, o simplemente viajan en palos de escobas y canastos, porque durante el día les está prohibido hacerlo. Para poder volar es menester que no coman sal, pues las que lo hacen corren el peligro de desplomarse de las alturas.

Las brujas pueden aparecer bajo diferentes formas: una muy común es la de transformarse en murciélago y chuparse la sangre de los recién nacidos; también, puede hacerlo en forma de gallina, gato o culebra. 

A las brujas les gusta posar en los techos de las casas y reír a carcajadas. Asustan tanto a jóvenes como a viejos, pero tienen preferencia por los niños a quienes de noche besan, dejándoles en sus mejillas tiernas, el sello de su boca y el morado del efecto chupador. A éstos no pocas veces se los llevan para el monte, de donde sus padres o familiares tienen que sacarlos.

Para alejarlas de la casa se debe colocar una escoba detrás de la puerta principal de la casa. Para que no hagan daño, se acostumbra llevar una flor de ruda en los bolsillos o poner ajos debajo de las almohadas; también, se riega la cama con hojas de mostaza o granos de arroz mezclados con cebada. A los niños le colocan escapularios y medallas para alejarlos de su influencia.

Para atraparlas, lo más efectivo es regar sal en la casa. Algunos acostumbran mezclarla con pimienta; y se dice que cuando mueren les chilla un gato o un sapo en el estómago.
 
El Diablo

Es la máxima representación del mal; toma los nombres de el Putas, el Demonio, el Mandingas, el Diantre, el Ángel Malo, Lucifer, Belcebú, Biruñas, Cantuña, Satanás y el Espíritu del Mal.

En la mitología universal el diablo está representado por un hombre negro, ordinario y feo, con cuernos, rabo y pezuñas, que echa candela por los ojos, armado de un largo tridente, con colmillos sobresaliente y enmarcado por una carcajada medrosa, alimentada por las llamas que expide y el humo nauseabundo que lo envuelve.

El diablo tienta tanto a hombres como a mujeres; tiene un alto poder sobre la naturaleza material para obrar y suele tomar formas para salirse con las suyas. Así puede transformarse en perro, mula, búho, tigre, murciélago, gato, toro, gallina o pato; en fin, en lo que quiera para causar el mal. Solo un crucifijo, la expresión “Ave María Purísima”, el agua bendita, el escapulario con la imagen de la Virgen del Carmen, o el Santo Rosario lo pueden alejar.

El Mohán de Icho

Se dice que en este caserío vivían dos compadres brujos que, a primera oportunidad, trataron de competir en conocimientos. Uno se transformaba en gallina y otro en pavo; uno en tortuga y el otro en perro, y así sucesivamente. El escenario de sus alardes y demostraciones era el tramo de la carretera Quibdó – Tutunendo.

Una vez uno de los compadres se encontró, a mitad del camino, una curiosa tortuga; la recogió y se la echó al hombro, pero a medida que avanzaba observaba que aquella crecía en tamaño y, obviamente, en peso, hasta que no pudo soportarla más y la arrojó al suelo. Cuál no sería su sorpresa al verla transformada en su compadre rival, quien socarronamente atinó a decirle: “Gracias, compadre por cargarme; hoy tenía pereza de caminar” y desapareció misteriosamente para esperarlo en Tutunendo, muerto de risa.

Al compadre no le gustó el juego y juró vengarse de alguna manera. Fue así como otro día se fue de caza por las cercanías del Icho, cuando a pocos metros de distancia se encontró en frente a un tigre descomunal con apariencia humana. El animal se le plantó en actitud de ataque y se lanzó para devorarlo, pero el compadre se defendió con la misma habilidad del felino. “Este es mi compadre”, se dijo para sus adentros, y sin pérdida de tiempo rezó el credo al revés, oración apropiada para hacerlo inofensivo y para que no recuperará su estado antropomorfo. Y así fue. El compadre se quedó definitivamente transformado en tigre y se dedicó a arrasar porquerizas y gallineros, devorar vacas y acabar con cuanto animal doméstico encontraba a su paso.

La Mohana (Muana)

Es la hembra del Mohán. Se dice que es bastante parecida a la Madre de Agua, pero se diferencia de ésta porque es más agresiva. Persigue los niños hasta ahogarlos y comérselos, sobre todo, cuando nadando en la orilla del río ensucian el agua. A los bañistas y pescadores les voltea la canoa, los hunde y los devora cortándoles la cabeza de un solo tajo. No permite que le revuelvan la superficie del agua donde flota placidamente.

La Mohana, como ya se advierte, es violenta y no tiene nada de juguetona ni embaucadora como el Mohán. No sabe de brujerías como éste, ni fuma tabaco, ni le gusta la sal; tampoco se transforma en tigre, oso o león, se presenta ofensiva, dando alaridos estrepitosos antes de atacar a su victima. Es una mujer amargada, vieja, esquelética, de pelo erizado y muy largo; dientes afilados, uñas encorvadas y puntiagudas en forma de garra; boca enorme y desproporcionada; cabeza cuadrada y ojos grandes y desencajados que chisporrotean a la distancia.

El Indio de Agua

Este mito está representado por un indio de cabellera larga y espesa que le cubre el rostro y le llega hasta los hombros. Tiene ojos grandes y desorbitados que parecen salírsele de sus hondas cuencas. Estos son de color rojizo e intenso brillo, que le sirven para alumbrarse en el fondo de los ríos y las quebradas donde mora. Se dice que es el mejor custodio o guardián de los peces; en general, de la pequeña fauna. Es por ello que cuando desde la profundidad avista un instrumento de pesca, emerge con rapidez inusitada y, de inmediato, se pronuncia enredando anzuelos, rompiendo o enmarañando atarrayas, chinchorros y copones; desarticulando trincheras y cortando el hilo de las tolas y boyas hasta lograr su objetivo, cual es liberar a los peces de las garras del pescador intruso, su enemigo número uno, al que ataca y ahoga sin misericordia cuando persiste en invadir sus dominios y arruinar las especies acuáticas, que vigila con esmero.

Para impedir la acción del pescador, no pocas veces hace crecer los ríos y provoca inundaciones, sobre las que algunos lo han visto caminar, por arte de magia, con sus ojos escrutadores en actitud vigilante.

La Madremonte

 Es considerada por los campesinos de casi todas las regiones del Chocó como una especie de deidad tutelar de los montes y las selvas; se viste con chamizas, bejucos, hojas y ramas de árboles y se enraíza en los pantanos. Es alta y corpulenta, con ojos desorbitados, de los que hace brotar chispas de candela. Tiene colmillos punzantes como los de saíno, tatabro o tiburón. Siempre está cubierta de musgos y su cabellera la protege con un sombrero grande de hojarascas que le ocultan la cara. Quienes la conocen dicen que es mitad mujer y mitad monte y pantano.

La Madremonte se encuentra en el nacimiento de los ríos y quebradas, y cerca de las peñas. Aparece en las zonas donde hay marañas y manigua, entre árboles copiosos.

Su misión es cuidar los bosques, las selvas y en general, la naturaleza. Es por ello que ataca con ferocidad cuando hay vientos, tempestades e inundaciones que acaban con las cosechas y los sembrados. De igual manera, lanza gritos estridentes e infernales, precedidos de quejidos furiosos cuando los taladores de árboles y los cazadores invades sus predios. De ella se dice que atrae con facilidad a los leñadores que buscan su sustento en las trochas y los caminos; pues, al escuchar sus chillidos ensordecedores, parece que una fuerza hipnótica les ordenara seguir sus pasos entre los matorrales y la naturaleza, donde les hace extraviar su derrotero, días, semanas y meses. Allá los descuartiza y, finalmente, se los come, dejando como residuo solamente un rimero de huesos deformes.

Cuando hay tempestades y los ríos crecen arrastrando palos, troncos de árboles, ramas y hojas secas, regularmente se dice que ello es debido a que la Madremonte está haciendo limpieza. También se dice que cuando el agua se enturbia o se ensucia, es porque la señora -mitad mujer y mitad monte y pantano-, se está bañando; por ello, es recomendable que esos días nadie beba agua del rió o nade en él, ya que su cuerpo putrefacto deja un olor pestilente que contagia produciendo culebrilla, carácter, buba, sarna o tabardillo.

Para evitar la Madremonte, los campesinos le dejan tabaco en sus parajes, pues ella es buena fumadora o, sencillamente, llevan consigo pepas de calabalonga, medallas y escapularios benditos, y varas de cordoncillo.
La Madremonte, también se comenta, defiende de encarecidamente a las doncellas de los violadores y persigue a morir a los vagabundos y esposos concubinos, cuando éstos salen de pesca o de paseo por los bosques, las fincas o las haciendas. A la Madremonte también se le llama Madreselva o Marimonda.

La Llorona

Según la versión de los campesinos, la Llorona es una mujer soltera que tuvo un hijo y lo ahogó en una quebrada para borrar su deshonra. Dios la castigó condenándola a espiar su crimen en las quebradas del mundo donde lleva a su hijo entre sus esqueléticos brazos. También hace presencia en ríos, riachuelos y orillas de los montes.

Es una mujer flaca, con ojos brotados y el rostro macilento y cadavérico por el desgaste del llanto y del sufrimiento. Se dice que con sus gritos letales, angustiosos y conmovedores y con lágrimas amargas paga la deuda de su pecado mortal. No cesa de llorar, implorando compasión.

La Viudita

Es una mujer sesentona vestida como una viuda, ropa negra, falda hasta los tobillos y una especie de velo del mismo color que le cubre el rostro y parte del cuerpo. Camina rápidamente y hace mucho ruido con sus enaguas. Arroja fuego por las orbitas deformes de sus ojos llorosos.
Se dice que solo se ve su sombra y que cuando visita la casa de un enfermo es anunciación de muerte. Los familiares se resignan al presagio y no les queda más que preparar al enfermo para el viaje al más allá.
Quienes han visto de cerca de la viudita confiesan que es desdentada y tiene apariencia cadavérica. Cuentan que también tiene la misión de conducir a los borrachos que encuentra a su paso hacia el cementerio y dejarlos allí muertos de miedo.

El Ánima Sola

Es un mito que tiene asiento en muchas regiones del occidente colombiano, entre ellas el Chocó. Es importante recordar que noviembre es destinado a los difuntos y se acostumbra rezarles rosarios a la Virgen del Carmen para sacarlos de pena y ponerlos a descansar. En otros tiempos existía, en muchos pueblos de Colombia, la costumbre de ofrecer “mandas” a las Benditas Ánimas del Purgatorio, menos a una conocida como “el Ánima Sola”, condenada a quedarse allí hasta el día del Juicio Final.

Pero el campesino le tiene devoción: como ha purgado tanto tiempo de su castigo, considera que es un alma purificada que tiene el poder del milagro. Algunos aseguran que han sentido su compañía en momentos difíciles de la vida y que han visto su luz protectora. A quienes han dudado de sus favores, dice la creencia, se les ha aparecido envuelta en las llamas de sufrimiento del purgatorio y han quedado desmayados y privados del habla por el susto, durante horas y días. 

El Ánima Sola tiene dos días especiales para su devoción: Viernes Santo, después del primer canto del gallo, y el 2 de noviembre, día de las ánimas o los difuntos.

La Pata Sola

La Pata Sola es un mito de las selvas, que se manifiesta como una figura con una sola pata que termina en una pezuña grande de burro, caballo, puerco o chivo. Es una mujer vieja de cabello áspero y enredado, ojos rojizos y brotados, desnuda, con un solo pecho, boca grande, nariz de gancho, brazos largos, labios gruesos y colmillos de tigre. Con una sola pata da saltos gigantescos y mortales, y avanza con rapidez sorprendente.

La versión popular dice que la Patasola era una mujer bella, pero que por libertina le amputaron una pierna con un hacha y la arrojaron a una hoguera hecha con tusa de maíz; por eso, no puede ver el hacha, la candela ni las mazorcas.

Para resguardarse de la Patasola los cazadores llevan perros, pues éste es el único animal que siente sus pasos y la avista a distancia.

Es la madre de los animales del monte, encargada de borrar las huellas de los animales perseguidos por otros y para ello debe caminar al revés. A su única pierna se unen los dos muslos. Se dice que es amiga de casi todos los animales montaraces, a los que defiende de otros animales y de los humanos, especialmente de los cazadores, caminantes y colonos.

 La Patasola se transforma en mujer hermosa, motiva y cautiva a los hombres, y se los lleva hasta la espesura de las montañas donde los abandona, unas veces sin ofenderlos; otras, triturándolos con sus puntiagudos colmillos. También suelen transformarse en perro cazador, de orejas grandes, o en una vaca, según las circunstancias. De ella se dice además que se roba los niños para chuparles la sangre y después abandonarlos en el monte.

La Mula de Tres Patas

Quienes se la han encontrado, dicen haberla visto en el Carmen del Atrato. La mula aparece después de las doce de la noche, haciendo sonar fuertemente sus herraduras en los empedrados. Se asegura que es grande y pesada, que prefiere los senderos solitarios y oscuros para alumbrarse con sus ojos de candela y el fuego chisparoso de su boca. Si alguien la ve y quiere evitarla, lo recomendable es dejarla pasar, pues los curiosos que han querido seguirla hasta su destino nunca han llegado y han aparecido muertos en el camino, quemados con azufre.

Parece ser que la Mula de Tres Patas es un alma en pena, cuya misión es recorrer los caminos empedrados o de herradura, sin ninguna pretensión.

La Niña de la Carta

Es una niña completamente vestida de blanco, que aparece bañada en lágrimas, sentada a la vera de los caminos, con el rostro oculto bajo un velo del mismo color del vestido, y una carta en la mano derecha. La carta lleva destinatario y dirección.

La Niña, que a simple vista despierta compasión, suplica al primero que pase que le haga llegar esa carta a su destino, pues ella no es de la zona y no sabe leer ni escribir.

Los caminantes que han oído hablar de la historia salen corriendo ante la solicitud lastimera de su portadora. Los ingenuos reciben la carta de la niña que, según la historia, fue violada y asesinada el día de su primera comunión en una finca cercana, mientras sus padres celebraban con entusiasmo. Al entregarla, la niña instantáneamente desaparece en el aire. Al emisario se le hielan las extremidades debido al miedo y cae al suelo sin conocimiento, derribado por el peso de la encomienda: ¡pesa tres arrobas!

El Ayudado

Es un personaje misterioso que parece tener pacto con el diablo para salir invicto de las peleas. No le entra bala, ni machete, y desaparece de lugares claves, como por arte de magia, ante la mirada atónita de los presentes. De él se dice que se vuelve invisible cuando quiere, reduce su tamaño corporal cuando se le antoja y puede desaparecer por la hendija más pequeña de una puerta o una habitación.

Para desorientar a quien lo persigue, se puede convertir en una silla, una mesa, un perro, un racimo de plátano, una gallina, un pato o una hormiga, según la circunstancia o conveniencia. Quienes han tenido el infortunio de pelear con el Ayudado, obviamente sin saberlo, dicen que se enfrentaron a un hombre ágil y diestro en tirar golpes con mano de plomo o de hierro, sin recibir ninguno a cambio. Si por accidente sufre un desliz y cae al suelo, se levanta como un resorte y salta de un lugar a otro con la velocidad de la luz. De sus ojos brotan chispas de candela y de su boca espumarajos de ira.

 Los Ayudados, según los entendidos, pueden obtener o poseer todo lo que deseen, con tal de vender su alma al diablo. El dinero que consiguen, por ejemplo, lo duplican, triplican o cuadruplican cuantas veces quieran, a condiciones de que tienen que gastarlo el mismo día o si no se les convierte en piedra u hojas secas y el diablo les arranca el alma con un tridente.
NARIÑO

La Cocha

El cacique Pucara (Fortaleza) enamorado como estaba de la princesa Tamia (Lluvia de Estrellas), logró conquistarla y formar con ella un hogar donde nacieron tres hijos: Chasca (Lucero), Coyllur (Estrella) y Waira (Viento). Los cinco vivían muy felices en ese valle de los Andes que albergaba a siete descollantes ciudades, según testimonio tradicional de los viejos pobladores del sector.

No podía faltar en tanta singular armonía la presencia de maldad y envidia, y así fue que durante una de las fiestas del Inti Raymi (Baile del Sol), cuando ya los niños de Tamia podían desenvolverse por sí solos, Pucara invitó y llevó a su esposa a una de las siete ciudades donde celebraban las fastuosas fiestas en honor del dios Sol (Inti), allí se divirtieron con toda la pompa que deparaba la ocasión.

Munani (el amante), bailarín, danzante principal de la comparsa del festejo popular, impresionó grandemente al público en general pero de manera particular dejó caer su gracia y su encanto en la princesa Tamia.

Para la princesa Tamia los días a partir de aquella fiesta no fueron los mismos, pensaba en el danzante Munani. Un día, cuando Pucara no se encontraba en casa, llegó Munani a buscar a Tamia, ésta salió y regocijada atendió al danzante, quien definitivamente había impactado en su corazón. Besos y abrazos se dieron los nuevos amantes. Concertando citas a partir del momento, acordaron un día romper con su silencio y declararse públicamente ante el conglomerado. Conocido el suceso, Pucara se entristeció, acabó con su liderazgo y no queriendo estorbar en el camino de los nuevos amantes se fue a la montaña con sus tres hijos y comenzó a criar y cuidar tábanos.

Tamia y Munani comenzaron a deambular sin restricción alguna por entre las siete ciudades, se entregaron al amor y jolgorio sin ninguna reputación, situación que escandalizó a la comunidad entera, obligando a las gentes a prohibir expresamente prestar cualquier clase de servicio a los nuevos amantes. Un día, golpeando de puerta en puerta pedían se les regalase un pilche (totuma o mate) con agua, nadie respondía a su llamado hasta cuando se encontraron con un niño, a quien engañaron con la entrega de un pedazo de pan, logrando el pilche con agua. Los dos enamorados, amancebados según el decir de las gentes del sector, se acostaron para hacer el amor en un potrero cercano y dejaron el pilche con agua a sus pies, y el hombre lo regó.

No se percató que el agua derramada del pilche comenzaba a crecer hasta que prácticamente lo estaba ahogando; en ese momento, llegó un tábano, de los que Pucara criaba y cuidaba con sus tres hijos, lo picó y lo hizo vomitar abundante agua por la boca y nariz. De tal magnitud fue su caudal que rápidamente inundó la totalidad del valle quedando bajo el agua las siete ciudades. Un sonido de campana fue lo último que se escuchó sobre ese sector que hoy conocemos como el Lago Guamuez o Laguna de La Cocha. Pucara, que absorto y entristecido observaba desde la montaña con sus hijos el encantamiento del lugar, lloró tristemente su desgracia, se acogió cariñosamente a sus tres párvulos y se quedó petrificado para siempre en la montaña que lleva el nombre del insecto que pico la nalga de su rival, !El Tábano! Pucara, sus tres hijos y la mascota se observan con claridad en la magnitud de la montaña del Tábano, y cuenta la tradición popular que cuando Pucara recuerda la traición de Tamia con Munami, llora tristemente en medio de rayos y centellas y sus lágrimas aumentan el caudal de la laguna, causando grandes estragos a los pobladores de las orillas de La Cocha.
 
AGÜEROS
 
 Además de los mitos y leyendas, en Colombia abundan los agüeros. En general, los colombianos son supersticiosos y creen en pequeños actos para atraer la prosperidad, la salud, la buena suerte y el amor. Los agüeros también son costumbres, formas de hacer determinadas actividades con la creencia de que así se va a garantizar un resultado específico.
 
  Aquí aparecen algunos de los más famosos agüeros practicados en diversas regiones de Colombia
 
  Cuando se mata una res y no se quiere que haya chulos sobrevolando, se le quita a la res muerta la punta de la lengua y se entierra debajo de la paleta del animal que pega en el suelo, cuando aún está maniada.
  El que puñalea la res para el gasto de la casa, le toca salar la carne, pero ese día no se puede bañar el cuerpo porque puede quedar paralítico.
  El cuero o piel de la res se estaca en el patio para que se “orie” y de ahí picar o sacar una soga, de donde iba la cabeza de la res que quede mirando hacia la puerta de la cocina, esto con el fin de que nunca falte la carne en la casa.
  Cuando se va de noche a caballo se le hace una cruz en los cascos delanteros con la punta del cuchillo y dicen que los espantos se hacen a un lado del camino.
  Para que la pesca dé resultado, se echan al fogón las tripas del animal y la manteca hasta que se quemen y se le dice a San Rafael: gracias por el pescado, porque es el Patrón de los pescadores.
  Para tener buena suerte en el juego se acostumbra matar en Semana Santa un gato negro y sacar todos los huesos y enterrarlos en el cruce de dos caminos, ojalá bien transitados. Al cabo de un año se desentierra y en un caldero se tuestan y los residuos se echan en una bolsita de cuero hecho con la piel de un sapo. Esta bolsita se lleva cada vez que se va a jugar dinero o a hacer un negocio.
  Se acostumbra a coger una culebra cascabel y quitarle los cascabeles, dejándola viva y cruzar siete ríos. Los cascabeles sonarán en el momento en que se debe apostar todo el dinero o sumas importantes porque es el momento de la suerte.
  Quienes tienen negocios, especialmente tiendas y almacenes, además de protegerlos con una mata de sábila que se cuelga detrás de la puerta principal, evitan hacer la primera venta del día a una mujer.
  El llanero monta por el lado izquierdo porque dice que por el lado derecho monta el diablo.
  Se dice que para causarle daño a un negocio se le riega sal. De esta forma bajarán las ventas y le caerá guiña al establecimiento.
  Luego de sacarle el corazón a un colibrí y tostarlo, hacer una pomada con manteca de lagartijo y agregarle un perfume fino, al untarse en la palma de la mano un poco de este embrujo la persona le corresponderá al amor declarado mentalmente cuando le da la mano.
  Los micos son ángeles malos que no alcanzaron a entrar al infierno y cayeron a la tierra.
  El arco iris sale de la cola de un gato escondido entre arbustos. Si alguien lo encuentra y el gato lo mira esa persona morirá, porque la carne se le irá cayendo a pedazos.
  Quienes entierran en sus fincas joyas y se mueren, estarán penando como espanto en el sitio del entierro, hasta que lo saquen.
  Al perro apestado se le pone un collar de limones para que sane. Los limones se secan al chupar la peste.
  Cuando la mujer está embarazada no puede comer frutos dobles como plátanos o mazorcas pegadas porque tendrá mellizos, lo cual es considerado como una desgracia. Tampoco comen chócolo o cualquier cosa cubierta porque se formará una doble placenta lo cual implica un parto difícil. No toman líquido en una totuma o taza nueva porque el bebé puede nacer calvo. No comen cangrejo porque el bebé nace negro. No toman agua o aguadepanela porque el parto puede ser penoso.
  En Risaralda cree que cuando una mariposa oscura se posa en un sitio del hogar es porque anuncia que alguien cercano va a fallecer.
  Cuando los niños pequeños están pujando mucho, se pasan por debajo de una cerca para que dejen de pujar.
  El compadre bototo: cuando un niño ha sido alzado por una persona que ha estado en un cementerio o ha ido a un velorio se dice que el niño queda yelado, entonces se lo ofrecen al compadre para que le quite el yelo, llevando al niño a abrazar el tronco y colgando una prenda suya de una rama del árbol.
  Cuando se está en alguna festividad, se acostumbra regar en el piso el primer trago del alcohol para ofrecerlo a los muertos.
  Cuando se cae un cuchillo se dice que viene la visita de un hombre a la casa y cuando se cae una cuchara llega una mujer.
  Cuando se le reza el novenario al recién fallecido, se deja un vaso con agua por que por la noche la persona viene a beber de ese vaso.
  Cuando llega un nuevo miembro a la casa (bebé) le amarran una cinta roja en la muñeca derecha para que los espíritus del mal no se lo lleven.
  Las mujeres recién casadas se ponen los calzones al revés para que las brujas (solteronas y envidiosas) no eviten que tengan relaciones con el esposo.
  Poner una escoba al revés detrás de una puerta ahuyenta los visitantes.
  Tijeras abiertas, despide visitas.
  Las orejas calientes son síntoma de que están hablando de uno.
  Cuando la leña en el fogón suena indica visita.
  La medalla de san Benito destierra a los malos vecinos.
  El cordón de San Antonio, sirve para hallar las cosas perdidas.
  Un masaje de una mujer embarazada alivia dolores musculares.
  La caída de un tenedor avisa visita masculina y de una cuchara visita femenina.
  Podar los árboles los viernes santos mejora los frutos.
 
  Diciembre es una de las épocas en las que los agüeros están a pedir de boca:
 
  Tres papas se colocan debajo de la cama y a las 12 se sacan, si la escogida es la totalmente pelada, es porque la situación económica será mala, si es a medio pelar va estar regular de dinero y si escoge la que no se ha pelado es porque el año será muy bueno en la parte financiera.
  Para tener prosperidad se utilizan las espigas de trigo y la flor del ajo.
  Se acostumbra comer las doce uvas a las 12 de la noche, el 31 de diciembre, y se debe pedir un deseo con cada uva.
  Las señoras creen que van a tener una sorpresa agradable cuando ven un carro con un trasteo.
  El 31 se debe tener siempre plata en el bolsillo.
  Cuando se hace el brindis a las doce de la noche, la copa debe tener algo de oro, para atraer la prosperidad
  El 31 de diciembre a las doce de la noche salir a dar una vuelta a la manzana con una maleta, para atraer los viajes.










1 comentario:




  1. Mi nombre es Annie Swash, quiero aprovechar esta oportunidad de oro de la mina para dar las gracias a la Dr charles para curar mi virus del VIH con su medicina herbaria. he de ser que sufre de este virus durante ocho años, es fue un milagro que se curó después de usar el Dr charles medicina herbal. Para cualquier contacto, dirección de correo electrónico Aquí está el hivspelltemple@gmail.com WhatsApp en imo 2348103753977

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